Estas Navidades creo que han sido una de las mejores que recuerdo. A mitad de mes decidí dejarme de presiones (como comenté en mi anterior entrada) y la tónica que luego he seguido ha sido la de dejarme llevar. Sin «peros», sin excusas, sin sentirme mal.
Y me he dado cuenta de que al hacerlo, los días han transcurrido de una forma tan natural, descansada y bonita que solo por ello (y si, por muchas cosas más), el balance de este año 2017 es totalmente positivo. Los finales dicen mucho. Y estos días he saboreado (no el espíritu navideño que ya lo dejé el 26 de Diciembre), sino que he podido saborear la vida con mi familia. El no mirar el reloj, no estar activa en las redes sociales, no movernos de casa. Dios, qué reconfortante haber pasado tantas horas en casa, o paseando o en el parque. En definitiva, seguir los ritmos de Nico que al final se han ido acoplando a los nuestros también. Nos ha ayudado a crear un vínculo aún más estrecho, Nico ha pegado también un cambio brutal en muchos aspectos y estrenamos su nueva habitación, disfrutamos cada día de los regalos de Papá Noel, nos sentamos más tiempo en la mesa para disfrutar de unas tostadas francesas que repetimos y repetimos sin pensar en qué día estamos, o comemos cosas ricas y algunas veces no del todo saludables.
Soy de las que se pasaban las últimas semanas de Diciembre haciendo las últimas compras navideñas. Dudando sobre qué comprar, intentando acudir a todos los mercados navideños para meternos de lleno en esta época. De estar agobiada con los compromisos familiares que me llegaban a cansar, de ir para arriba y abajo.
Eso ya es historia.
Ser mamá me ha obligado a ver las cosas desde otra perspectiva. No tan meticulosa y ordenada y organizada. No os voy a mentir, me frustro cuando no consigo controlar mi círculo más cercano. Pero también he aprendido a que las cosas vienen como vienen y uno no puede estar luchando días tras día sobre un imposible. El caos es positivo. Sin duda eso lo he aprendido con la maternidad.
Y estas Navidades no he sentido agobio alguno. Me ha gustado ver la Lorena que también se escondía dentro de mí.
Está siendo muy reconfortante y revitalizador.
Y nuestro 25 de Diciembre, nuestro día favorito, fue muy especial…
nuestros 25 transcurren en casa. Abrimos los regalos, jugamos, disfrutamos de un delicioso desayuno que se alarga hasta la hora de la comida, llevamos el pijama durante todo el día, comemos rico, escuchamos música, descansamos, vemos alguna peli y colocamos el colchón en medio del salón para pasar el día cómodos y dormir juntos viendo el árbol iluminado hasta caer rendidos.