Y de repente, sin avisar, estoy volviendo a sentirme mejor, centrada, con la mente más despejada y liberada de tantas cosas negativas.
La pausa ha sido tan real y he escuchado tan bien mi interior, que poco a poco las cosas van poniéndose en su lugar.
Estoy mejor de salud. Y en casa terminamos de pintar la casa y todo ese caos me ha ayudado a poder también sacudir en parte esas piedrecitas que se habían instalado en trocitos de mi piel. Terminar la casa dio paso a la limpieza, algo que necesitaba. También me ha tenido enormemente ocupada y centrada en una tarea que era, junto a cuidar de Nico, mi única prioridad. La compañía de Oscar también ha ayudado muchísimo. Y es que poder disponer de él durante todas estas vacaciones ha sido ya lo mejor. Ha sido esa muleta cuando a veces flaqueaba. Me ha sostenido en pie y no ha permitido que mirase hacia atrás. Eso jamás.
La Luz y ese solecito del bueno también se ha instalado en la isla. Y ya lo estaba necesitando. Necesitaba que esos rayos se colaran por mi casa, me tocara la piel, me trajera flores…
La comida también está volviendo pero sin presiones. Volvieron ciertos placeres como el poder disfrutar de una tabla de quesos me ha devuelto la vida. Poder cocinar un típico trampó mallorquín , o un potaje de alubias y verduras o esa tabla de quesos, fruta, vino… En cuanto a la alimentación he tenido tiempo de reflexionar. Cada vez tengo más claro que si uno no tiene un problema real de intolerancia a un ingrediente específico, cometemos un gran error en sustituir todo por alimentos sin gluten, sin X, sin Y. La moda de la comida real que se ha instalado en todas nuestras casas y ese cambio de conciencia es un avance y un pensamiento totalmente positivo que espero que vaya in crescendo. Si, claro que si. Abogo por una comida natural, fuera de artificios, ecológica, si puede ser sustituir por alimentos integrales con más fibra, etc, pero comer un bizcocho o tarta de chocolate que has cocinado en casa con amor y con ingredientes buenos, el poder disfrutar de un trozo de carne si puede ser de buena procedencia, etc es para mi comer sin artificios y bien. Igual de saludable. Siento que a veces nos equivocamos con los excesos. Y mirad que durante un año he cambiado mucho mi forma de alimentarme, que he consumido libros veganos. Pero no porque crea que es más saludable, sino como método de aprendizaje. Para ampliar mi mente, disfrutar con otros platos que afortunadamente ya forman parte de mi dieta del día a día. Pero creo que en la variedad y en el equilibrio y sensatez a la hora de ingerir alimentos está la auténtica clave para sentirse bien con uno mismo.
(y dejando clara mi postura sobre este tema, deciros que adoro dos blogs. Los dos siguen una alimentación vegetariana pero no son personas estrictas en cuanto a pensamientos se refiere y siempre te dan opciones por si quieres adaptarla a una alimentación en la que se incluye carne o pescado. Y sobretodo, porque no intentan adoctrinar. Cosa que últimamente me chirría un poquito. Estos dos blogs se llaman: Veggieboggie y alimentarte ).
En fin, supongo que todo ha ayudado. Y en 3 semanas he conseguido quitarme gran parte de esa mala pata que me ha estado acompañando desde principios del 2018.
La fotografia también llegó sin avisar. No de forma compulsiva, sino de una forma lenta y que solo hago cuando mi interior me lo pide.
No tengo prisa por nada.
Cada vez tengo más claro que si bajamos un poco ese ritmo que llevamos y vamos a un paso más lento, todo, absolutamente todo, volverá a su lugar.
La sensación de sentirse con menos peso tanto mental como físicamente es prueba de ello.
Y así quiero seguir caminando.
Pienso como tú, creo que en la variedad y el equilibrio está lo saludable. El cuerpo es sabio, tenemos que aprender a escucharlo en todos los aspectos. Creo que cuando nos está pidiendo algo, es porque por alguna razón lo necesita, dentro de una lógica claro está! 🙂